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martes, 24 de junio de 2014

La guerra secreta rusa en Ucrania



La invasión rusa de Crimea contó con unas circunstancias irrepetibles en Ucrania oriental. Rusia contaba con tropas de infantería de marina en Sebastopol y bases aéreas en las que hacer aterrizar aviones de transportes con fuerzas venidas de Rusia. El acuerdo entre los gobiernos de Moscú y Kiev sobre la presencia de fuerzas rusas en Crimea permitía un techo de fuerzas que dio cobertura al aumento de tropas y permitía en circunstancias excepcionales a las fuerzas rusas cruzar los límites de la ciudad autónoma de Sebastopol. Aún siendo discutible si se daban esas circunstancias excepcionales, el Kremlin pudo al menos fingir que estaba actuando dentro de los márgenes de los acuerdos con Ucrania. El siguiente paso fue tomar, Simferopol, la capital de Crimea, y bloquear las instalaciones militares ucranianas con fuerzas militares sin identificación nacional que pretendían ser “fuerzas de autodefensa locales”. El engaño fue evidente para todo el mundo menos para el diario El País y algún otro despistado.


Miembros de una unidad especial rusa en Crimea.

Las operaciones militares en Crimea fueron acompañados de una intensa campaña de propaganda. Fue en los años 90, durante la primera Guerra de Chechenia, cuando el Kremlin se dio cuenta que la perspectiva chechena de la guerra tuvo mucho mayor repercusión en los medios occidentales que la versión rusa y cómo los chechenos emplearon Internet profusamente como medio de comunicación. En aquellos años se realizó una extensa reflexión en Rusia sobre el uso de la propaganda y la ciberguerra, llevando al desarrollo de una doctrina estratégica al respecto.



El “Soldado de Bronce” antes de su retirada en 2007.

La primera oportunidad para poner en práctica la estrategia rusa sobre propaganda y ciberrguerra tuvo lugar durante un conflicto diplomático con Estonia a cuenta de la retirada de un monumento a los combatientes soviéticos de la Segunda Guerra Mundial en la primavera de 2007. Tras una campaña en contra de Estonia en los medios de comunicación rusos, los servidores de Internet del gobierno estonio, medios de comunicación y bancos fueron sometidos a intensos ataques distruibuidos de denegación de servicio de forma anónima. Nadie pudo demostrar la mano del Kremlin detrás de los ataques y posiblemente nunca existiera. Simplemente el activo submundo ruso de hackers y estafadores acudió a la llamada patriótica.



Chechenos del Batallón “Vostok” en Osetia del Sur.

La segunda ocasión de ver las nuevas estrategias rusas fue en el conflicto armado de Rusia con Georgia por Osetia del Sur. Se trató de un conflicto convencional entre los ejércitos de dos países, pero los rusos emplearon una combinación de fuerzas convencionales, milicianos chechenos e irregulares sudosetios en el campo de batalla con ciberguerra y propaganda. David Betz recogió entonces las reflexiones de Adam Elkus sobre que la estrategia rusa se ajustaba al concepto de “guerra híbrida” que acuñó Frank Hoffman y que en España introdujo Jorge Aspizua.



Miembros de las fuerzas especiales rusas antes del asalto final a una instalación militar ucraniana.

Tras la anexión de Crimea, vía referéndum, el Kremlin trató de preparar la anexión de Ucrania Oriental. El gobierno provisional ucraniano gozaba de un grave problema de legitimidad. Aunque el presidente Viktor Yanukovych fue destituido con los votos de su propio partido, la propaganda rusa presentó su caída como un “golpe de estado”. La presencia de grupos de ultraderecha en la Plaza de la Independencia de Kiev fue explotado hasta la saciedad en la versión rusa de la crisis para presentar al nuevo gobierno provisional como el “gobierno golpista neonazi de Kiev”. Cabría recordar que enlas elecciones presidenciales del 25 de mayo, los votos de los candidatos de Svoboda ySector de la Derecha sumados no alcanzaron el 2% (1,16 y 0,70). respectivamente). Pero en aquel momento quedó preparado el terreno para un levantamiento de la población prorrusa en la Ucrania oriental en la que los rebeldes retiraban su reconocimiento al gobierno de Kiev y tomaban las armas para defenderse de los “nazis”.



La insignica ucraniana sobre una estrella soviética apenas borrada en la cola de un avión de la fuerza aérea ucraniana.

La reacción ucraniana a la invasión rusa de Ucrania reveló el estado de colapso de las fuerza armadas y el aparato de inteligencia del país. Por ejemplo, el contraalmirante Denys Berezovsky desertó al bando ruso a los pocos días de ser nombrado comandante en jefe de la armada ucraniana mientras que el asalto ruso a bases aéreas ucranianas en Ucrania reveló el estado calamitoso de sus aviones. Las primeras acciones armadas ordenadas por el gobierno de Kiev en Ucrania oriental se saldaron con un fiasco cuando seis vehículos blindados BMD pertenecientes a unidades aerotransportadas, parte de la élite de las fuerzas armadas ucranianas, se pasaron al lado rebelde.



Blindados BMD pasados al bando prorruso en Kramatorsk.

Pero como dijimos al principio, las circunstancias de la invasión rusa de Crimea fueron excepcionales dada la existencia de fuerzas militares rusas en la península y un acuerdo que permitía su despliegue más allá de los límites de Sebastopol en casos excepcionales. Hubiera sido cuestionable que el falso engaño de usar tropas rusas sin insignias nacionales hubiera podido ser usado una segunda vez en Ucrania oriental. Así que esta vez, aparte de grupos de ciudadanos ucranianos que aparecieron súbitamente armados y con uniformes de camuflaje ruso SUPAT, en Ucrania oriental aparecieron contratistas de empresas militares privadas rusas, milicianos chechenos y milicianos cosacos.



Milicianos chechenos en Ucrania oriental.

Mientras hay abundante literatura en Occidente sobre las actividades de empresas militares privadas estadounidenses y británicas, permanece bastante desconocido la existencia de empresas militares privadas rusas y su papel en los conflictos de Siria y Ucrania. El año pasado salió a la luz la participación de la empresa Slavonic Corps en el conflicto sirio. Al parecer, personal ruso estaba encargado de la protección de instalaciones estratégicas del régimen de Assad, como por ejemplo la base desde la que operan los aviones de ataque Sujoi Su-24.



Personal de Slavonic Corps en Siria con un avión de ataque Su-24 a sus espaldas.

Una de las principales pruebas de la participación rusa en el conflicto fue el destino de los cadáveres de los primeros combatientes caídos en Ucrania oriental. Periodistas rusos que siguieron la repatriación de los 200 cadáveres hasta Rostov lograron identificar a algunos de los muertos y desvelaron cómo el reclutamiento se realizó a través de redes sociales de Internet, como la muy popular en Rusia V Kontakte. Los grupos más o menos formales de veteranos de guerra de conflictos como Afganistán o Chechenia ayudaron a canalizar el flujo de voluntarios que acudieron a luchar a Ucrania por dinero. La motivación de los fallecidos explicada por los familiares de dos de ellos coinciden: Aceptaron ir a luchar a Ucrania para pagar deudas.



Cosacos rusos en Slavyansk, abril 2014.

En el caso de los cosacos, es interesante señalar su ascenso en Rusia como una fuerza al servicio al Kremlin. El gobierno ruso les ha concecido privilegios, al convertirlos en ejemplo de las “virtudes rusas” (profundamente patriotas, conservadores y religiosos) mientras que los cosacos mantienen un fuerte apoyo a Putin, que creó una oficina para asuntos cosacos que dependen directamente de presidencia. Empresas de seguridad cosacas fueron empleadas en los Juegos Olímplicos de Invierno en Sochi como auxiliares de las fuerzas de seguridad. Un corresponsal de la revista Time tuvo oportunidad de hablar en Ucrania oriental con varios miembros de una milicia cosaca. Uno de ellos declaró que estaba allí para reincorporar aquel territorio a Rusia, corrigiendo el “error” de la independencia del país tras la disolución de la Unión Soviética.



El presidente de la rebelde República Popular de Lugansk en su despacho.

El choque de objetivos entre todos los actores implicados en el bando prorruso en Ucrania oriental se hizo evidente tan pronto los referendums en Lugansk y Donetsk. Las peticiones de anexión a Rusia de las autoridades locales no levantaron mucho entusiasmo en una población que había votado para alejarse de Kiev pero no para caer en manos de Moscú. El depuesto presidente Viktor Yanukovych declaró mostrarsearrepentido de haber solicitado a Rusia una intervención militar en Crimea y su deseo de que vuelva a ser parte de Rusia. La falta de una cadena de mando unificada en las milicias locales, rusas y chechenas ha generado muchos problemas en las filas rebeldescon una creciente brecha entre locales y rusos. Ucrania oriental se ha convertido en un territorio sin ley por culpa de los tiroteos entre grupos rebeldes, con saqueos y asesinatos de fondo. En este último caso se trata de la lucha por el poder entre rebeldes.


A estas alturas debe haber quedado clara la situación en Moscú y Kiev. Para el Kremlin debe ser evidente que el intento de una rápida anexión de Ucrania oriental al estilo de Crimea ha resultado un fracaso. Los contratistas rusos, las milicias cosacas y las milicias chechenas han desempeñando un papel lejos del realizado por las unidades de fuerzas especiales rusas que participaron en invasión rusa de Crimea. Para el nuevo gobierno de Kiev está claro que una operación militar de gran escala en Ucrania oriental provocaría un número elevado de víctimas civiles y terminaría por socavar cualquier legitimidad de las aspiraciones de soberanía ucraniana sobre la región. Además, las fuerzas armadas ucranianas han mostrado serios problemas logísticos. Para ambos bandos una clara victoria militar está fuera de sus posibilidades, de ahí que una solución negociada resulte la opción menos mala. La misteriosa aparición de tres carros de combate T-64 en manos rebeldes podría ser una escalada para negociar con más fuerza o el síntoma de que Rusia sube su apuesta. Ayer lunes se firmó el alto el fuego.



Un carro de combate T-64 en manos de los rebeldes prorrusos el pasado viernes 20 de junio.

Recientemente, el director del Servicio de Seguridad de Ucrania, Valentyn Nalyvaichenko, afirmó que Rusia estaba desarrollando contra Ucrania un “nuevo tipo de guerra, guerra híbrida” cuyo “principal componente es la información”. El año pasado el general Valery Gerasimov, jefe del estado mayor de las fuerzas armadas rusas, dio una conferencia en la Academia de Ciencias Militares donde habló de la transformación de la naturaleza de la guerra, con conflictos donde se combinan “el uso activo de los medios militares y no militares”, que en el caso de las acciones no miltares pueden ser “medidas políticas, diplomáticas, económicas y de otro tipo, incluida las de naturaleza encubierta” mientras que “la acción militar se desplazó a la información y el espacio”. Defendió “la creación de una teoría integrada de las acciones indirectas y asimétricas”. Casi diez años hablando en este blog de guerras posmodernas con actores no estatales como protagonistas y ahora podemos añadir la variante protagonizada por los estados.

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